Una de las bondades de ser emprendedor es que uno comienza a tomar sus propias decisiones, con total libertad de consciencia, y sin rendirle cuentas a nadie. Se siente uno verdaderamente independiente, dueño de si mismo y de su situación. Uno marca sus propios ritmos y decide cómo, cuándo y para quién trabajar. Hasta que llega el momento de pagar la nómina…